viernes, 10 de julio de 2020

A VUELTAS CON LA CULTURA POPULAR

UN TEATRO PARA/POR/SEGÚN EL BARRIO
Roberto Angulo.- El gayo vallecano (1978-1984), Madrid, A. C. Agita Vallecas, 2019, 308 páginas.
Para construir una historia cultural es necesario, en primer lugar, acumular toda una serie de documentos, de distintas índole (testimonios, programas, manifiestos, artículos de prensa, etc.), que permitan delimitar y articular el campo de lo acontecido. De hecho, lo que sigue a este proceso es un trabajo de elaboración de una narración -coherente y justificada- que enmarca lo que antes eran solamente elementos sin conexión, independientes. La tarea de historizar es, precisamente, decir que algo pasó y cómo –y en qué condiciones- pasó. La primera operación es la que realiza el libro de Roberto Angulo para dar cuenta del proyecto cultural que funcionó en el barrio madrileño de Vallecas entre 1978 y 1984 denominado El gayo vallecano, sala de teatro –principalmente- pero también de conciertos y talleres. Un espacio de actividades, en ausencia de edificios municipales o privados dedicados a ello, cuyo nombre se completaba con el de Centro Cultural Ciudadano Fuenteovejuna.
El libro de Angulo recopila un número importante de datos sobre esta sala para contar las seis temporadas que estuvo abierta. Desde lo más relevante, la programación que hizo de teatro de adultos e infantil (con obras fundamentales del teatro español como Herramientas de Salvador Távora, Ligazón de Valle-Inclán, o Ahola no es de leil de Alfonso Sastre; e internacional, como El preceptor de Lenz o Arlequín, servidor de dos amos de Goldoni) hasta los talleres de formación actoral, voz, cerámica, instrumentos musicales, etc., pasando por la gestión de muestras teatrales (de barrios, de las nacionalidades, etc.) y encuentros (juvenil de teatro clásico). El gayo vallecano sirvió, también, como plataforma reivindicativa y como espacio para la organización de eventos solidarios (como el acto en apoyo por los damnificados por el aceite de colza). Cuenta el libro con numerosos artículos y fragmentos de artículos publicados en la prensa de la época y en la propia revista de la sala. Todo este material está organizado cronológicamente con lo que se define una secuencia que siempre esta precedida por unas breves líneas sobre el contexto histórico. Este relato transparente, sin embargo, no pasa de ser ese trabajo de documentación inicial que se necesita para cualquier intento de explicar los procesos culturales. Quedan fuera del libro algunos aspectos fundamentales de la historia de El gayo vallecano, y que afectan a cualquier intento de explicación de lo sucedido en España durante la transición: en primer lugar, comprender las disonancias –que se esbozan en algunas líneas- y las contradicciones entre lo que fue claramente un intento de inscribir en lo popular una cultura ciudadana, es decir, una politización del pueblo orientada a la formación de individuos con plenos derechos y responsabilidades en la organización de la sociedad, que choca con la imposibilidad del barrio de mantener el proyecto. Se cita, en este sentido, un texto de Fermín Cabal en el que se afirma “no se nos ocultan los problemas que puedan derivarse de nuestra escasa implantación en el barrio. Valga como ejemplo la mermada asistencia a la Asamblea General de socios” (p. 69). 
En segundo lugar, falta una reflexión sobre el lugar que tal proceso de trabajo cultural tuvo en una España que atropelladamente, y sin demasiadas delimitaciones, se entregaba a la posmodernidad y a las culturas del simulacro. En tercer lugar, y más allá de las declaraciones de los propios fundadores de El gayo vallecano, se necesita saber si aquello sobre lo que se fundamentaba todo el proyecto estaba cohesionado o eran sencillamente agregaciones voluntaristas. Esto es, lo que propiamente significa hacer historia. Así, pues, el libro de Angulo nos da ordenadamente un conjunto de datos pero no los articula, cree que la simple exposición de los mismos explica algo.
A pesar de lo cual, lo que hace este libro es mostrar otras tendencias que conformaron también la historia del teatro, distintas a los grandes teatros nacionales, municipales y a los grandes teatros privados, y a sus públicos. Y diferente a las grandes publicaciones que los acompañan. Nos falta una historia cultural. (CVH).

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