miércoles, 11 de septiembre de 2013

VOLOSHINOV, MEDVEDEV Y BAJTÍN



VOLVER A LA HISTORIA
Sobre el libro de Jean-Paul Bronckart y Christian Bota [2011].- Bajtín desenmascarado, Madrid, Antonio Machado Libros, 2013, 491 páginas.

En una de las escenas del Marat-Sade de Weiss, el revolucionario francés dice: “Y lo que oyes una, y otra, y otra vez es lo que crees”, y por eso, sigue diciendo, las gentes se contentaban con la imagen de aquel hombre martirizado y crucificado, y los poderosos la utilizaban para mantenerlos en su ignorancia, evitando así que “se levantaran contra sus señores que los gobernaban en nombre de un mandato divino”. Es una impecable descripción del funcionamiento primero de la ideología, de su grado cero. La imagen actúa como mediación, como fetiche, y oculta la realidad. Naturalmente Weiss se refiere aquí a la religión y al uso de Cristo como forma de dominación, pero el mecanismo no difiere del empleado, según describen los autores de este libro, del usado para colocar a Mijail Bajtín como icono de pensamiento crítico, ocultando la realidad. El subtítulo del libro lo plantea abiertamente: “historia de un mentiroso, una estafa y un delirio colectivo”. Mentiroso, porque Bajtín engañó al declarar que varias obras de otros autores (Voloshinov y Medvedev), las obras conocidas como “los textos disputados”, eran suyas (básicamente El marxismo y la filosofía del lenguaje, Freudismo y El método formal en los estudios literarios). De la misma manera que mintió al inventar datos biográficos, grados académicos y al tergiversar sus posiciones políticas, presentándose como una absoluta víctima de los sucesivos gobiernos soviéticos, etc. Estafa, porque los autores de este libro demuestran que “el irresistible ascenso de Bajtín” está fundado en un fraude perpetrado por distintos críticos en diferentes momentos, que analizan en el capítulo 3 del libro: Ivanov (en 1973/1975), Todorov (en 1981) y Clark y Holquist (en 1984), y consistente en convertir a Bajtín en un gran filósofo a pesar de que su obra propia no se sostiene; inventando la condición de “discípulos” para Voloshinov y Medvedev, a pesar de que fueron ellos los verdaderos filósofos, y creando de la nada un inexistente “Círculo Bajtín” que pudiera dar consistencia al personaje diseñado, a pesar de que históricamente sólo hubo un círculo en el que Bajtín estuviera: el de Medvedev. Delirio colectivo, porque esta ideación -sin historia que pudiera respaldarla- de una obra, este inventado intelectual –que se apropia del trabajo intelectual ajeno-, se transfiere a todo un conjunto de seguidores, investigadores y críticos de todo el mundo, que copian las tesis de los estafadores creyéndolas ciertas (aunque los autores de este libro atacan también su falta de actitud crítica ante lo que eran contradicciones evidentes) y desarrollan todo una serie de trabajos en la línea de un maestro que, en realidad, no tenía línea.
Para realizar todo este trabajo, Bronckart y Bota realizan, en primer lugar, una reconstrucción histórica (no ficticia) de la biografía de Bajtín (Capítulo 1). Su método es sencillo: cruzando todos los datos que arrojan las fuentes documentales de la vida de Bajtín comienzan a señalar errores, tergiversaciones, engaños, medias verdades, reinterpretaciones, etc. El resultado de realizar una labor verdaderamente crítica es que Bajtín se queda prácticamente sin obra, y –además- la que aparece ya en los sesenta (una vez iniciada la estafa) es radicalmente distinta, en buena medida reaccionaria y sin capacidad crítica. Después (Capítulo 2), los autores del libro describen la situación de los llamados “textos disputados” antes de 1970, fecha de la conferencia de Ivanov en la que se “descubre” la supuesta “verdadera” obra del maestro. En síntesis, dicen, “nadie puso jamás en duda, públicamente ni formalmente, la completa autoría de Voloshinov y de Medvedev sobre los textos que habían firmado” y  enumeran tres aspectos que invalidan la posibilidad de que Bajtín fuese el autor de los mismos: “la ausencia de testimonio alguno fiable, la imposibilidad de realizarlos en tres años debido a las condiciones materiales en que trabajó Bajtín, y las “diferentes evidencias de estilo y contenido entre los textos firmados por unos y por otro”, que constituye la segunda parte del libro, más de doscientas páginas: un análisis comparativo de las obras de Bajtín, Voloshinov y Medvedev. La minuciosa lectura de las obras, la investigación sobre las genealogías críticas de cada una, el rigor de la interpretación de las ideas que se exponen en ellas, conforman un impresionante ejemplo de trabajo intelectual serio que deja en evidencia el seguidismo acrítico de académicos y bajtinianos, a pesar de que todos pasan por el terreno empantanado y complejo de las contradicciones históricas y textuales (también, por cierto, evidenciado en el Capítulo 6 significativamente titulado “ y sus curiosos efectos en el bajtinismo”). En el Capítulo 4 describen lo que denominan “el prodigioso desarrollo de la Bakhtin Industry y sus querellas político-literarias”, entre las que se cuentan la aportación de los nuevos estudios, la investigación sobre las relaciones entre los miembros del inventado Círculo y el análisis de la epistemología bajtiniana. Todo ello, sin embargo, empieza a manifestar reservas respecto a la versión dada desde 1970, y comienza a cuestionarse la firmeza de los argumentos aportados sobre la obra de Bajtín por Ivanov Clark y Holquist.
Bajtín desenmascarado no es, contra lo que pueda parecer por el tono de los epígrafes, las expresiones que aparecen en muchas secciones y hasta el mismo título, un libro desquiciado. Más bien es todo lo contrario: un libro rigurosamente compuesto, que propone con un razonamiento impecable, claro y profusamente documentación, una vuelta a la historia, estableciendo un marco contextual no sólo a partir de los datos contrastados sino de las lógicas discursivas que funcionan en toda construcción histórica; estableciendo por medio de la emergencia de las contradicciones (incluso entre textos de bajtinianos) y del contraste de las ideas y sus horizontes ideológicos un relato verídico de lo que significó realmente la obra de Bajtín, de Voloshinov y de Medvedev.
Pero este libro hace algo más: la dureza de sus exposiciones (marcadas unas veces con una cruda ironía y otras con una fuerza crítica a la que no estamos ya acostumbrados) convierte a este libro no sólo en un excelente estudio e investigación sobre Bajtín, Voloshinov y Medvdev, ni tampoco en una denuncia por el grado de corrupción intelectual que se extiende por la academia; sino en una reclamación para que se devuelva a la historia del pensamiento la contribución de dos intelectuales marxistas, despreciados, desvalorizados, difamados y marginados, Valentín Voloshinov y Pavel Medvedev (a ellos se dedican los Capítulos 8 y 9) cuyas investigaciones sobre el signo ideológico, el enunciado, el discurso ajeno, la especificidad de las ideologías, los límites del método formal, el freudismo, el discurso de la vida, etc. han sido aportaciones fundamentales para un crítica materialista de la literatura. En este sentido, la fuerza que anima todo el libro procede de la convicción de estar haciendo historia, de estar restituyendo en su genealogía social una producción intelectual que se ha tratado de desplazar de su eje marxista para su apropiación liberal. Contra la política cultural de los grandes centros artísticos europeos y las fundaciones y obras sociales de los bancos y entidades financieras, que se basa en el saqueo y la manipulación de la cultura soviética, de la producción intelectual comunista, el trabajo de Bronckart y Bota se sostiene sobre lo demostrado y se ajusta a lo demostrable. Allí donde estas características de un racionalismo bien temperado no funcionen (como en el discurso post-científico de la posmodernidad, por ejemplo) Bajtín desenmascarado sólo será un libro contra Bajtín. En cambio, allí en donde se respete la labor documental y la tarea compleja de cruzar fuentes, confrontar textos, derivar hipótesis y confirmar tesis, este libro confirmará las conclusiones con las que se cierra: “Al término de nuestro trabajo, nos parece tan legítimo como indispensable afirmar que este asunto de los textos disputados queda definitivamente cerrado.
Este asunto solo existió porque Bajtín, contando con el apoyo de sus promotores moscovitas, se puso a declarar, a lo largo de los años sesenta, que él era el autor efectivo de la principal obra de Medvédev, así como de prácticamente la totalidad de los textos de Volóshinov, obras excepcionales que habían sido publicadas en la segunda mitad de los años veinte.
Como ha quedado demostrado en las investigaciones que hemos reunido, en esa misma época Medvédev y Volóshinov eran unos investigadores y profesores universitarios reconocidos que llevaban a cabo estudios relacionados con las ciencias del lenguaje y de la literatura en el marco del ILIaZV de Leningrado, estudios publicados y posteriormente reivindicados por Bajtín, a pesar de existir pruebas de archivo que evidencian su autoría. Con estos dos investigadores aún en vida, y a pesar de la gradual deriva inquisitorial de su entorno, nadie cuestionó nunca su calidad de autores de los textos que firmaron. Y su autoría tampoco fue jamás puesta en duda por los diversos analistas de sus obras hasta que, a comienzos de los años setenta, se presentó y difundió, en un artículo de Ivanov, la tesis de la omnipaternidad bajtiniana.
En esos mismos años veinte, Bajtín era ante todo, por su lado, un militante religioso y eslavófilo, que ciertamente conocía a Volóshinov desde la época de Nevel y a Medvédev desde la época de Vitebsk, pero por razones estrictamente privadas y porque ambos lo apoyaban económicamente, especialmente confiando a su esposa labores de copista (de sus propios escritos). Bajtín escribió en aquella época un conjunto de textos inspirados en su ideología religiosa, entre ellos “Hacia una filosofía del acto ético”, “El autor y el héroe” y “El problema del contenido”; pero no obstante, no publicó ninguno de esos textos, salvo las pocas líneas de “Arte y responsabilidad” (1919). En 1929, sin embargo, justo cuando estaba siendo investigado por sus actividades religiosas, siendo amenazado con un exilio que podía resultarle fatal, aparecieron en su nombre Problemas de la obra de Dostoyevski, así como dos prefacios para una antología dedicada a Tolstoy, textos que atestiguan un cambio de orientación tan súbito como radical, pues se inscriben esencialmente en la misma línea de los escritos de Volóshinov y de Medvédev o, en términos más generales, del programa investigador del ILIaZV. Puesto que la publicación de la edición princeps de Dostoyevski contribuyó al alivio de su sentencia y que Medvédev se las arregló para conseguirle trabajo como profesor, Bajtín logró finalmente acceder a un puesto universitario (a pesar de no contar con ninguno de los títulos requeridos), convirtiéndose, entre 1946 y 1960, en director del Departamento de literatura general de la Universidad de Mordovia. A lo largo de todo este amplio periodo académico nunca se le ocurrió, sin embargo, reivindicar la autoría de los textos de Volóshinov y de Medvédev, a pesar de que estos ya llevaban muchos años muertos.
Esta reivindicación no fue formulada por Bajtín hasta entrados los años sesenta y en declaraciones orales, haciéndose oficial por escrito en el artículo de Ivanov (1973/1975) anteriormente mencionado.
Pero Bajtín, entre su carta de 1961 a Kózhinov y sus entrevistas de los años setenta con el mismo, con Bocharov y con Duvakin, presentó en total hasta una decena de versiones diferentes, a menudo contradictorias entre sí, relativas a la cantidad de textos firmados por sus «amigos» de los que él era supuestamente el verdadero autor, y relativas también a las condiciones y motivos de tales sustituciones de nombres. Incluso declaró (a Duvakin) que en realidad él no era el autor de El marxismo y la filosofía del lenguaje. Por otro lado, pareció mostrar ciertas vacilaciones durante los procedimientos de oficialización de su condición de autor de los textos disputados.
Pero, a pesar de las arrogantes e insistentes declaraciones de los promotores de Bajtín, nunca han logrado presentar ninguna prueba válida de las operaciones de sustitución.
Los supuestos «análisis textuales» planteados por esos mismos promotores, que pretenden demostrar que, al haber sido redactados por el antimarxista Bajtín, dichos textos disputados no serían pues de orientación marxista, se han revelado zafiamente falaces.
Todo esto viene a demostrar claramente, en definitivas cuentas, que Bajtín mintió sobre esta cuestión, como sobre muchas otras.
La tesis de la omnipaternidad bajtiniana constituye pues en realidad una fábula a la que un niño de diez años no hubiera concedido ningún crédito, y se inscribe, a todas luces, en el marco de una estafa, tanto del orden intelectual (ya retomaremos este punto) como también, y tal vez sobre todo, económico, en la medida en que, en sus versiones rusas, pero también en la inmensa mayoría de sus traducciones, las obras de Volóshinov y de Medvédev siguen siendo publicadas con el nombre de Bajtín... y, por tanto, en beneficio de los legatarios universales de este último”.
Bajtín desenmascarado es una obra que entusiasma por la perspicacia de sus tesis como por la manera emocionada como está organizado el contenido del libro. [CVH]

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