miércoles, 15 de mayo de 2019

PENSAR DESDE EL TITANIC


UNA EXPLORACIÓN DE LO QUE VIENE
Jorge Riechmann, Adrián Almazán, Carmen Madorrán y Emilio Santiago Muiño.- Ecosocialismo descalzo. Tentativas, Barcelona, Icaria, 2018, 334 páginas, 20€
En varios ensayos sobre la técnica, el filósofo Günther Anders estableció una tesis sobre nuestro tiempo: existe, decía, un desnivel entre lo que los seres humanos pueden producir y nuestra capacidad para representarnos los resultados de toda esa potencia. El ingente esfuerzo que se hace en el primer ensayo del libro, “¿Ecosocialismo descalzo?”, tiene como objetivo salvar tal diferencia desde una posición realista radical y explorar los escenarios hacia los que nos dirigimos. Pocas veces se ha descrito tan descarnadamente y sin censuras ilusionistas nuestro futuro. Difícilmente se puede encontrar un texto que, como este, desmonte punto por punto las alternativas con las que se nos quiere convencer de que, al final, habrá solución para nuestra civilización sin tirar de los frenos de emergencia. Con escasa frecuencia se define tan claramente el mundo al que estamos abocados si queremos evitar la catástrofe. Riechmann ha cubierto ese desnivel: ya tenemos la representación (sin la espectacularidad del desastre que presenta el cine, el arte o la narrativa). Y ahora solo queda saber qué podemos hacer y cómo. Paradójicamente, la segunda parte del libro es, en su mayor parte, una celebrada ocultación de la impotencia bajo el peso de citas, sentencias y buenas palabras vacías, hasta llegar a restituir todo un conjunto de elementos reaccionarios que recuperan el esencialismo antropológico y de género frente a la construcción social y conflictiva de las subjetividades humanas; reafirman equivocadamente el significado de pobreza para referirse a una nueva condición necesaria para la vida; o impugnan el razonamiento político que se deriva de lo explicado en la primera parte, sin aportar respuesta política alguna más allá de consideraciones generales. Nada ayudan las apelaciones a una supuesta nueva ilustración o a un conjunto de normas morales que se juega en términos de cómo deberíamos actuar, y menos aún las imágenes líricas que revelan los huecos de lo que no se puede decir porque no se sabe, si no vienen acompañadas de un programa de trabajo colectivo que especifique dónde, cómo y cuándo. También en este libro se produce un desnivel intelectual: el que se da entre el primer artículo, la representación del lugar en el que estamos o deberíamos, y los otros tres, la capacidad de actuar en función de lo señalado.   
Como se dice en la nota introductoria a este libro: “el determinante básico para nuestras sociedades industriales en el mundo real de nuestro siglo XXI –el Siglo de la Gran Prueba- es el choque contra los límites biofísicos del planeta (situación que ya estaba planteada hace más de medio siglo y viene agravándose desde entonces, a resultas de la Gran Aceleración que se produjo tras el final de la Segunda Guerra Mundial). Si consideramos las perspectivas de colapso ecológico-social que se derivan del calentamiento global y el cénit de las energías no renovables [pico del petróleo, especialmente], todo indica que estamos en medio de un naufragio civilizatorio” (p. 9). Ecosocialismo descalzo, al menos en su primera parte, consigue representar las consecuencias de este choque y, con ello, parecen quedar apuntadas implícitamente algunas preguntas: ¿qué nos impide responsabilizarnos de esta situación crítica y actuar por tanto? ¿Está el ser humano tan sometido a las formas de vida social capitalistas que nos han traído hasta aquí, e integrado en ellas, que es incapaz de rebelarse contra las mismas? ¿No sirve de nada saber o el conocimiento se ha convertido ya en un saber sin consecuencias? Una vez visto el futuro siniestro que presenta el libro, ¿por qué no nos pasa como a aquellas personas que cuando sufren un shock, por la noticia de un cáncer, la experimentación de situaciones límites o la pérdida de alguien fundamental, empiezan a valorar otras cosas de la vida y rechazan lo que estaban viviendo? ¿Es nuestra pasividad ante las consecuencias del ecocidio resultado de la distancia física y psíquica, distancia sensitiva y emocional, ante sus consecuencias, lo que –además- incrementa la naturaleza colectiva de la acción dañina? Y, una vez más: ¿cómo ponemos fin al tiempo terrible que tenemos ante nosotros? (CVH)

 

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