lunes, 10 de mayo de 2021

LA HISTORIA SOVIÉTICA DESDE LA NARRATIVA

OTRA HISTORIA DE LA REVOLUCIÓN SOVIÉTICA  

Wu Ming.- Proletkult, Barcelona, Anagrama, 2020, 327 páginas.

Mirar desde otro lugar. Suele hacerse cuando una perspectiva está agotada o, simplemente, cuando se quiere saber algo más sobre lo que se observa. Desde comienzos de este siglo XXI es lo que viene haciendo el colectivo italiano Wu Ming (anónimo, en una de sus acepciones) con la historia, a través de un conjunto de novelas situadas en épocas distintas, pero casi siempre en el marco de una coyuntura revolucionaria. Un ángulo desconocido, protagonistas anónimos, sucesos fundamentales que están sepultados debajo de grandes falsos acontecimientos. Y lo más importante: una firme voluntad de restituir lo omitido, lo tachado. Esta nueva posición siempre sorprende y atrae, al mismo tiempo que nos confronta con lo conocido, encontrando fisuras e inconsistencias y proyectando una nueva luz sobre los acontecimientos.  La novela de Wu Ming relata una historia dentro de la historia de la revolución rusa, pero ese mecanismo narrativo coloca al mismo nivel la historia de lo contado y la historia de lo imaginado. Así, personajes y situaciones de la novela de ciencia-ficción Estrella Roja (1908), que escribió un miembro destacado del Proletkult, uno de los movimientos culturales proletarios iniciados en 1917, Alexander Bogdánov, terminan por confundirse con la verdadera historia del propio Bogdánov y de uno de los caminos de la revolución que acabaron fracasando o eliminados políticamente. Denni, la misteriosa extraterrestre que regresa del planeta que Bogdánov inventó y en el que se habría producido verdaderamente la revolución comunista, se enfrenta a un Moscú en el que ésta no parece haber triunfado. Pero quien lee la obra tiene que tener en cuenta que “Hablar de Estrella Roja no deja de ser una forma de hablar de la Tierra, de entender mejor la Tierra” (p. 124). Esto, lejos de ser un juego de entretenimiento, se construye a lo largo de toda la novela como un excelente modo de acercar la historia de manera diferente a como lo hace la academia: “El arte no es algo decorativo. Sirve, como la ciencia, para organizar la experiencia. Pero, a diferencia de la ciencia, no usa conceptos abstractos. Usa imágenes vivas. El arte colectivista evoca las conexiones del mundo, que el individualista no ve. Exalta la unión frente a la destrucción, a las estrellas que luchan colectivamente contra la noche, y no necesariamente la vida proletaria, al obrero que trabaja y la lucha de clases” (p. 274).

En Proletkult encontramos el camino revolucionario seguido por Bogdánov para cambiar la sociedad rusa de su tiempo, diferente del llevado a cabo por el triunfante Lenin. La mayor parte de la novela nos permite conocer cómo era ese camino, más allá de las falsedades lanzadas a lo largo de años por unos y otros. Sus ideas sobre los beneficios en la salud por la transfusión de la sangre, sobre la tectología o unificación de ciencias naturales y ciencias sociales, así como sus planteamientos basados en una firme propuesta materialista que se estudia como los orígenes de la teoría de sistemas. También encontramos algunos de los proyectos y convicciones que alentaron la creación del movimiento de cultura proletaria, los debates con el comisario de Instrucción Pública Anatoli Lunacharski (pp. 29 y ss.).

También se muestra la experiencia de ese porvenir, de esa imaginación anticipadora de la revolución que revela las referencias a la novela Estrella Roja, pues a partir de la segunda parte de Proletkult, titulada precisamente Nacun, como el planeta al que viaja la expedición, todo el asunto de la narración se sostiene en ese proyecto de gran humanidad, de ese nuevo mundo, que solamente puede conocerse y vivirse “cuando se actúa sobre él” (p. 131); y sobre los enfrentamientos con Lenin y la línea oficial del Partido Bolchevique (p. 167 y ss.) hasta la extinción del movimiento de cultura proletaria. En ese proyecto “el individuo no es importante por sí mismo, sino en la medida que enriquece a la colectividad” (p. 213). En este proyecto, “el Proletkult respondía a una exigencia concreta. El Proletkult era el devenir, era desplazar el punto de vista, era el movimiento que cambia el modo de organizar la experiencia del mundo, es decir, la realidad” (p. 274). Al fondo de esta novela está la pregunta que le hace Bogdánov a su compañero Leonid y que todo este texto de Wu Ming coloca como motor de su historia: “Si lo hemos conseguido. Si hemos cambiado el mundo a mejor. Si el sacrificio valió la pena” (p. 296). (CVH).