VOLVER A LA HISTORIA
Sobre el
libro de Jean-Paul Bronckart y Christian Bota [2011].- Bajtín desenmascarado, Madrid, Antonio Machado Libros, 2013, 491 páginas.
En una de las escenas del Marat-Sade
de Weiss, el revolucionario francés dice: “Y lo que oyes una, y otra, y
otra vez es lo que crees”, y por eso, sigue diciendo, las gentes se contentaban
con la imagen de aquel hombre martirizado y crucificado, y los poderosos la
utilizaban para mantenerlos en su ignorancia, evitando así que “se levantaran
contra sus señores que los gobernaban en nombre de un mandato divino”. Es una impecable
descripción del funcionamiento primero de la ideología, de su grado cero. La
imagen actúa como mediación, como fetiche, y oculta la realidad. Naturalmente
Weiss se refiere aquí a la religión y al uso de Cristo como forma de
dominación, pero el mecanismo no difiere del empleado, según describen los
autores de este libro, del usado para colocar a Mijail Bajtín como icono de
pensamiento crítico, ocultando la realidad. El subtítulo del libro lo plantea
abiertamente: “historia de un mentiroso, una estafa y un delirio colectivo”.
Mentiroso, porque Bajtín engañó al declarar que varias obras de otros autores
(Voloshinov y Medvedev), las obras conocidas como “los textos disputados”, eran
suyas (básicamente El marxismo y la
filosofía del lenguaje, Freudismo
y El método formal en los estudios
literarios). De la misma manera que mintió al inventar datos biográficos,
grados académicos y al tergiversar sus posiciones políticas, presentándose como
una absoluta víctima de los sucesivos gobiernos soviéticos, etc. Estafa, porque
los autores de este libro demuestran que “el irresistible ascenso de Bajtín”
está fundado en un fraude perpetrado por distintos críticos en diferentes
momentos, que analizan en el capítulo 3 del libro: Ivanov (en 1973/1975),
Todorov (en 1981) y Clark y Holquist (en 1984), y consistente en convertir a
Bajtín en un gran filósofo a pesar de que su obra propia no se sostiene;
inventando la condición de “discípulos” para Voloshinov y Medvedev, a pesar de
que fueron ellos los verdaderos filósofos, y creando de la nada un inexistente “Círculo
Bajtín” que pudiera dar consistencia al personaje diseñado, a pesar de que
históricamente sólo hubo un círculo en el que Bajtín estuviera: el de Medvedev.
Delirio colectivo, porque esta ideación -sin historia que pudiera respaldarla-
de una obra, este inventado intelectual –que se apropia del trabajo intelectual
ajeno-, se transfiere a todo un conjunto de seguidores, investigadores y
críticos de todo el mundo, que copian las tesis de los estafadores creyéndolas
ciertas (aunque los autores de este libro atacan también su falta de actitud crítica
ante lo que eran contradicciones evidentes) y desarrollan todo una serie de
trabajos en la línea de un maestro que, en realidad, no tenía línea.
Para realizar todo este trabajo, Bronckart y Bota realizan, en primer
lugar, una reconstrucción histórica (no ficticia) de la biografía de Bajtín
(Capítulo 1). Su método es sencillo: cruzando todos los datos que arrojan las
fuentes documentales de la vida de Bajtín comienzan a señalar errores,
tergiversaciones, engaños, medias verdades, reinterpretaciones, etc. El
resultado de realizar una labor verdaderamente crítica es que Bajtín se queda prácticamente
sin obra, y –además- la que aparece ya en los sesenta (una vez iniciada la
estafa) es radicalmente distinta, en buena medida reaccionaria y sin capacidad
crítica. Después (Capítulo 2), los autores del libro describen la situación de
los llamados “textos disputados” antes de 1970, fecha de la conferencia de
Ivanov en la que se “descubre” la supuesta “verdadera” obra del maestro. En
síntesis, dicen, “nadie puso jamás en duda, públicamente ni formalmente, la
completa autoría de Voloshinov y de Medvedev sobre los textos que habían
firmado” y enumeran tres aspectos que
invalidan la posibilidad de que Bajtín fuese el autor de los mismos: “la
ausencia de testimonio alguno fiable, la imposibilidad de realizarlos en tres
años debido a las condiciones materiales en que trabajó Bajtín, y las “diferentes
evidencias de estilo y contenido entre los textos firmados por unos y por otro”,
que constituye la segunda parte del libro, más de doscientas páginas: un análisis
comparativo de las obras de Bajtín, Voloshinov y Medvedev. La minuciosa lectura
de las obras, la investigación sobre las genealogías críticas de cada una, el
rigor de la interpretación de las ideas que se exponen en ellas, conforman un
impresionante ejemplo de trabajo intelectual serio que deja en evidencia el
seguidismo acrítico de académicos y bajtinianos, a pesar de que todos pasan por
el terreno empantanado y complejo de las contradicciones históricas y textuales
(también, por cierto, evidenciado en el Capítulo 6 significativamente titulado “ y sus curiosos efectos en el bajtinismo”). En el
Capítulo 4 describen lo que denominan “el prodigioso desarrollo de la Bakhtin Industry y sus querellas
político-literarias”, entre las que se cuentan la aportación de los nuevos estudios,
la investigación sobre las relaciones entre los miembros del inventado Círculo
y el análisis de la epistemología bajtiniana. Todo ello, sin embargo, empieza a
manifestar reservas respecto a la versión dada desde 1970, y comienza a
cuestionarse la firmeza de los argumentos aportados sobre la obra de Bajtín por
Ivanov Clark y Holquist.
Bajtín desenmascarado no es,
contra lo que pueda parecer por el tono de los epígrafes, las expresiones que
aparecen en muchas secciones y hasta el mismo título, un libro desquiciado. Más
bien es todo lo contrario: un libro rigurosamente compuesto, que propone con un
razonamiento impecable, claro y profusamente documentación, una vuelta a la historia, estableciendo un
marco contextual no sólo a partir de los datos contrastados sino de las lógicas
discursivas que funcionan en toda construcción histórica; estableciendo por
medio de la emergencia de las contradicciones (incluso entre textos de
bajtinianos) y del contraste de las ideas y sus horizontes ideológicos un
relato verídico de lo que significó realmente la obra de Bajtín, de Voloshinov
y de Medvedev.
Pero este libro hace algo más: la dureza de sus exposiciones (marcadas
unas veces con una cruda ironía y otras con una fuerza crítica a la que no
estamos ya acostumbrados) convierte a este libro no sólo en un excelente
estudio e investigación sobre Bajtín, Voloshinov y Medvdev, ni tampoco en una
denuncia por el grado de corrupción intelectual que se extiende por la
academia; sino en una reclamación para que se devuelva a la historia del
pensamiento la contribución de dos intelectuales marxistas, despreciados,
desvalorizados, difamados y marginados, Valentín Voloshinov y Pavel Medvedev (a
ellos se dedican los Capítulos 8 y 9) cuyas investigaciones sobre el signo
ideológico, el enunciado, el discurso ajeno, la especificidad de las
ideologías, los límites del método formal, el freudismo, el discurso de la vida,
etc. han sido aportaciones fundamentales para un crítica materialista de la
literatura. En este sentido, la fuerza que anima todo el libro procede de la
convicción de estar haciendo historia, de estar restituyendo en su genealogía social
una producción intelectual que se ha tratado de desplazar de su eje marxista
para su apropiación liberal. Contra la política cultural de los grandes centros
artísticos europeos y las fundaciones y obras sociales de los bancos y
entidades financieras, que se basa en el saqueo y la manipulación de la cultura
soviética, de la producción intelectual comunista, el trabajo de Bronckart y
Bota se sostiene sobre lo demostrado y se ajusta a lo demostrable. Allí donde
estas características de un racionalismo bien temperado no funcionen (como en
el discurso post-científico de la posmodernidad, por ejemplo) Bajtín desenmascarado sólo será un libro
contra Bajtín. En cambio, allí en donde se respete la labor documental y la
tarea compleja de cruzar fuentes, confrontar textos, derivar hipótesis y
confirmar tesis, este libro confirmará las conclusiones con las que se cierra: “Al
término de nuestro trabajo, nos parece tan legítimo como indispensable afirmar
que este asunto de los textos disputados queda definitivamente cerrado.
Este asunto solo existió porque Bajtín, contando con el apoyo de sus
promotores moscovitas, se puso a declarar, a lo largo de los años sesenta, que
él era el autor efectivo de la principal obra de Medvédev, así como de
prácticamente la totalidad de los textos de Volóshinov, obras excepcionales que
habían sido publicadas en la segunda mitad de los años veinte.
Como ha quedado demostrado en las investigaciones que hemos reunido,
en esa misma época Medvédev y Volóshinov eran unos investigadores y profesores
universitarios reconocidos que llevaban a cabo estudios relacionados con las
ciencias del lenguaje y de la literatura en el marco del ILIaZV de Leningrado,
estudios publicados y posteriormente reivindicados por Bajtín, a pesar de
existir pruebas de archivo que evidencian su autoría. Con estos dos
investigadores aún en vida, y a pesar de la gradual deriva inquisitorial de su
entorno, nadie cuestionó nunca su calidad de autores de los textos que
firmaron. Y su autoría tampoco fue jamás puesta en duda por los diversos
analistas de sus obras hasta que, a comienzos de los años setenta, se presentó
y difundió, en un artículo de Ivanov, la tesis de la omnipaternidad bajtiniana.
En esos mismos años veinte, Bajtín era ante todo, por su lado, un
militante religioso y eslavófilo, que ciertamente conocía a Volóshinov desde la
época de Nevel y a Medvédev desde la época de Vitebsk, pero por razones
estrictamente privadas y porque ambos lo apoyaban económicamente, especialmente
confiando a su esposa labores de copista (de sus propios escritos). Bajtín escribió
en aquella época un conjunto de textos inspirados en su ideología religiosa,
entre ellos “Hacia una filosofía del acto ético”, “El autor y el héroe” y “El
problema del contenido”; pero no obstante, no publicó ninguno de esos textos,
salvo las pocas líneas de “Arte y responsabilidad” (1919). En 1929, sin
embargo, justo cuando estaba siendo investigado por sus actividades religiosas,
siendo amenazado con un exilio que podía resultarle fatal, aparecieron en su
nombre Problemas de la obra de
Dostoyevski, así como dos prefacios para una antología dedicada a Tolstoy,
textos que atestiguan un cambio de orientación tan súbito como radical, pues se
inscriben esencialmente en la misma línea de los escritos de Volóshinov y de
Medvédev o, en términos más generales, del programa investigador del ILIaZV.
Puesto que la publicación de la edición princeps de Dostoyevski contribuyó al
alivio de su sentencia y que Medvédev se las arregló para conseguirle trabajo
como profesor, Bajtín logró finalmente acceder a un puesto universitario (a
pesar de no contar con ninguno de los títulos requeridos), convirtiéndose,
entre 1946 y 1960, en director del Departamento de literatura general de la
Universidad de Mordovia. A lo largo de todo este amplio periodo académico nunca
se le ocurrió, sin embargo, reivindicar la autoría de los textos de Volóshinov
y de Medvédev, a pesar de que estos ya llevaban muchos años muertos.
Esta reivindicación no fue formulada por Bajtín hasta entrados los
años sesenta y en declaraciones orales, haciéndose oficial por escrito en el
artículo de Ivanov (1973/1975) anteriormente mencionado.
Pero Bajtín, entre su carta de 1961 a Kózhinov y sus entrevistas de
los años setenta con el mismo, con Bocharov y con Duvakin, presentó en total
hasta una decena de versiones diferentes, a menudo contradictorias entre sí,
relativas a la cantidad de textos firmados por sus «amigos» de los que él era
supuestamente el verdadero autor, y relativas también a las condiciones y
motivos de tales sustituciones de nombres. Incluso declaró (a Duvakin) que en
realidad él no era el autor de El marxismo
y la filosofía del lenguaje. Por otro lado, pareció mostrar ciertas
vacilaciones durante los procedimientos de oficialización de su condición de
autor de los textos disputados.
Pero, a pesar de las arrogantes e insistentes declaraciones de los
promotores de Bajtín, nunca han logrado presentar ninguna prueba válida de las
operaciones de sustitución.
Los supuestos «análisis textuales» planteados por esos mismos
promotores, que pretenden demostrar que, al haber sido redactados por el
antimarxista Bajtín, dichos textos disputados no serían pues de orientación
marxista, se han revelado zafiamente falaces.
Todo esto viene a demostrar claramente, en definitivas cuentas, que
Bajtín mintió sobre esta cuestión, como sobre muchas otras.
La tesis de la omnipaternidad bajtiniana constituye pues en realidad
una fábula a la que un niño de diez años no hubiera concedido ningún crédito, y
se inscribe, a todas luces, en el marco de una estafa, tanto del orden intelectual
(ya retomaremos este punto) como también, y tal vez sobre todo, económico, en
la medida en que, en sus versiones rusas, pero también en la inmensa mayoría de
sus traducciones, las obras de Volóshinov y de Medvédev siguen siendo
publicadas con el nombre de Bajtín... y, por tanto, en beneficio de los
legatarios universales de este último”.
Bajtín desenmascarado es una
obra que entusiasma por la perspicacia de sus tesis como por la manera
emocionada como está organizado el contenido del libro. [CVH]
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